A las buenas. No serán pocos aquellos a los que tras el visionado de Iron Man 3 se le avive el apetitito de leer comics del personaje. Así que para poder, en la medida de mis posibilidades, orientar acerca sobre que material buscar, voy a permitirme el lujo de reseñar “Iron Man: El demonio en una botella”.
Este volumen perteneciente a la línea Marvel Gold fue publicado por Panini en el 2010, conteniendo los números USA 120 a 128 USA de The Invincible Iron Man. Estos episodios fueron editados por Marvel Comics entre Marzo y Noviembre de 1979.
El equipo creativo es de los que marcaron una época. David Michellinie y Bob Layton se ocuparon del guión, mientras que John Romita Jr. y Bob Layton (de nuevo) se encargaron del dibujo, aunque Carmine Infantino ilustró uno de los números USA aquí incluidos. Para que os hagáis una idea la importancia de esto autores en la serie es comparable a la de Walter Simonson en Thor o a la de Frank Miller en Daredevil.
Una cosa que quería decir antes de profundizar más en la reseña es que este mismo mes de Abril del 2013 Panini ha puesto a la venta el volumen “Iron Man: A merced de mis amigos” que incluye los números inmediatamente anteriores a los de este tomo. Es más, ya anuncio que Panini va a ir reeditando en Marvel Gold con una periodicidad bimestral toda la étapa de estos autores, así que miel sobre hojuelas. Eso sí, haceos ya con este tomo de “El demonio en una botella”, que no lo van a reeditar y se intercalará entre en el ya mencionado de “A merced de mis amigos” y entre el que sería el tercer tomo de la colección, “El demonio interior”.
Pasando ya al tajo, en el tomo aquí reseñado tenemos el primer encuentro entre Justin Hammer y Tony Stark. Pero ese no es ni mucho menos el peor enemigo al que el hombre tras la máscara de hierro va a tener que hacer frente: su adicción al alcohol va a ser el peor de sus demonios.
En efecto, estos tebeos supusieron un paso adelante en una doble vertiente. Para empezar, hay que tener en cuenta el contexto en el que se fueron publicados. Si bien ya se había tratado el tema de las drogas en el mundillo con casos tan notorios como el de Harry Osborn o el de Roy Harper, está era la primera vez en la uno de los principales personajes de una editorial se daba de bruces en su propia colección de cómics con un problema tan típico del mundo real como es la adicción a una sustancia. (Tened presente que por mucho que los apreciemos, Osborn y Harper son personajes secundarios). Así que podéis apostar estar seguros que el hacer tan humano y dotar de pies de barro a uno de sus principales protagonistas, Marvel logro un hito en la historia. Imaginaos a finales de la década de los setenta lo chocante que sería para un padre que compra un cómic para su hijo descubrir que el héroe que lo protagoniza tiene un problema con la bebida. Tebeos como estos son los que hicieron evolucionar al medio.
Y por otro lado, los autores aportarían una de las principales características que quedarían asociadas ad eternum para el personaje de Tony Stark. Desde ese momento, el que es un alcohólico es uno de los rasgos más definitorios y trascendentales de Iron Man. No el único, ni muchísimo menos, pero sí que es una de las capas por las que se define más notoriamente. De una forma u otra, el alcoholismo ha estado ligado desde entonces a la leyenda de Iron Man. Por cierto, que el episodio 127 USA, el que da título al tomo, fue galardonado en los USA con múltiples premios. Y no es para menos.
Pero no únicamente por el tema del alcohol estos cómics son magistrales. Por un lado tenemos un dinamismo sin igual y unas trepidantes historias repleta de acción en los que este equipo creativo redefinieron la galería de supervillanos de Iron Man (no os perdáis la monumental batalla contra una horda de enemigos, con la que demostró que el hombre de hierro es uno de los héroes más poderosos de Marvel) y encima le añadieron creaciones nuevas a las que enfrentarse, como por ejemplo el Justin Hammer que he mencionado antes. Nada que ver con el de la segunda película del latas, por cierto. El de los tebeos es una amenaza a tener en cuenta.
Además, aportaron un tono más adulto para la serie, metiendo más en la psique de los personajes. Hasta el momento, y mirad que me parece de mis preferidos, Tony Stark había sido un sosainas. Pues sin llegar a niveles de socarronería y frases hilarantes de otros guionistas como Mark Millar o Bendis, Michellinie y Layton le dieron un poco más de vidilla y estilo. Me atrevería a decir que Iron Man alcanzó la edad adulta con estos tebeos.
No olvidemos también que aquí vamos viendo como se desarrollaron los personajes secundarios de nuevo cuño que crearon los autores al aterrizar en Invincible Iron Man: Bethany Cabe, James Rhodes, Bambi Arbogast, etc. Si bien es justo decir que fueron presentados en el volumen cronológicamente anterior, el de “A merced de mis amigos”, aquí es cuando va adquiriendo más carisma y se hacen verdaderamente interesantes.
En cuanto al dibujo, pocos artistas se complementan tan bien como Romita Jr. y Layton. Esta fue una de las primeras colaboraciones regulares del primero, y desde luego dio el do de pecho. Todavía no había adquirido la tendencia a dibujar formas cuadriculadas de la actualidad, sino que era un dibujante con más tendencia a los ángulos. Os recomiendo que peguéis un vistazo al tomo y flipareis. Pese a que se traten de añejos cómics de hace más de treinta años, vais a asombraros de los modernos y espectaculares que parecen, eso os lo garantizo. Nunca he visto armaduras mejor dibujadas, compaginadas con unas escenas de acción de lo más espectaculares. Encima, Layton pone el toque de gracia, rematando la faena con un toque de elegancia y sofisticación. Esta es la versión definitiva de Iron Man.
En conclusión, estos cuadernos son quintaesenciales tanto en lo referido a Iron Man, como a Marvel y hasta me atrevería a decir que para la historia del cómic en general. Lo que es evidente es que no deben faltar en la estantería de ningún fan Marvel que se precio de verlo. Muy recomendados es decir poco.
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